PETRA
La ciudad perdida del reino nabateo
Un lugar fascinante…
Tras recorrer la penumbra del desfiladero -llamado el-Sik- aparece la fachada dorada del templo túmulo real de Kashné con su preciosa decoración de influencia grecorromana. El acusado contraste entre luces y sombras acrecienta la impresión que ofrecen al viajero las imágenes de estas ruinas arqueológicas, tal vez las más bellas de todo el Oriente Medio.
En esta ciudad, situada en el desierto sur del reino de Jordania todos los rincones se convierten en motivo de asombro. La armonía de colores y las líneas arquitectónicas es magnífica. Para caminar por sus senderos de piedra y admirar detenidamente todos los monumentos se necesitan un par de días y un buen entrenamiento físico. El tamaño del área monumental es considerable.
A ciertos lugares distantes se puede llegar montando burros o camellos que los beduinos alquilan a los viajeros. Es curiosa la parsimonia de estos animales. Van solos recorriendo a paso lento todos los monumentos deteniéndose ante cada uno de ellos, sin necesidad de que el improvisado jinete se lo indique tirando de las riendas.
Los beduinos no se molestan en acompañar al turista, permanecen sentados a la sombra, fumando y esperando que el camello cumpla estrictamente el trabajo regresando a su lado al final de cada recorrido.
Una tarde dejé el camello junto a un monumentos de deseaba visitar. No había nada donde atar las riendas, de manera que las dejé bajo el peso de una piedra bastante voluminosa. No sé si yo me demoré demasiado o si fue el camello que se aburrió y decidió que ya era hora de regresar junto a su amo. El caso es que tiró de las riendas hasta que logró liberarse de la piedra y tranquilamente se volvió al punto de partida dejándome de a pie en medio de las ruinas.
En el desierto el ocaso parece llegar de repente, alargando las sombras de los monumentos. La penumbra se acercaba rápidamente y tuve que apurar el paso para llegar al lugar donde había dejado el coche.
Finalmente llegué, casi agotado por el esfuerzo. Y allí estaba mi camello rumiando tranquilamente junto al beduino que seguía sentado en el mismo lugar, fumando impertérrito.
Al subir a mi coche tuve la sensación de que ambos me miraban y se reían entre ellos…